Durante los primeros años de la dictadura militar, las formas de expresar la oposición al régimen estuvieron severamente acotadas por el Estado. Las manifestaciones ganaron gradualmente espacio. El esfuerzo inicialmente solitario de los organismos de Derechos Humanos, comenzó a ser acompañado por otros actores sociales que desplegaron nuevas formas de protesta y movilización.
Este fue el caso de una intervención artística conocida como El Siluetazo. El 21 de septiembre de 1983, por iniciativa de un grupo de artistas, grupos estudiantiles y agrupaciones juveniles, y con el apoyo de los organismos de Derechos Humanos, los manifestantes comenzaron a delinear sus siluetas en afiches, que luego instalaron en las inmediaciones de la plaza. Prestaron sus cuerpos para convocar a aquellos que el terror estatal había desaparecido: las siluetas buscaban representar la presencia de los desaparecidos y cuestionar a la dictadura militar desde el arte.
Las figuras humanas, de tamaño natural, se extendieron de la Plaza de Mayo a toda la ciudad. Hoy, en nuestra cartelera, está representada esta silueta que nos invita a reflexionar sobre cómo debemos actuar en el marco de la democracia sin olvidar a aquellos que con sus propias vidas hoy nos reclaman memoria, verdad y justicia.